Una periodista vino a decirme que ella estaba a favor del “matrimonio igualitario”. Le explique lo que ya se sabe: que no existía un gen que justificara la homosexualidad, pero que entendía que ella, con el afán de apoyar a un amigo homosexual, estableciera que estaba de acuerdo en ese estilo de vida. Le dije de corazón: “Yo estoy más a favor de tu amigo que tú porque tú lo ves como algo inevitable, mientras que yo lo veo como rescatable, y deseo que llegue a ser el hombre real que está llamado a ser. Sé de hombres y mujeres que sufren y luchan contra esa atracción porque no la aceptan y cuyos orígenes desconocen”. No nos toca juzgar. Los actos homosexuales son evidentemente pecaminosos pero nadie elige sus “tentaciones”. Ellos no eligen sus sentimientos. Muchos de ellos no saben por qué les sucede a ellos y no a otros. Ellos quieren que les guste la demás gente pero se sienten “diferentes”. Nuestro trabajo debería haber sido estar muy unidos a ellos con información verídica, con afán de apoyar y con oración, y les hemos fallado. No hemos de abandonarlos en su sufrimiento. Muchos han vivido años de humillaciones y rechazos, pero “salir del closet” no es la solución, al contrario, eso significa perder la esperanza. ¿Por qué pierden la esperanza? porque no les dimos razones sólidas para tenerla, y porque no hemos rezado suficientemente por ellos. Las personas heridas necesitan protección y ayuda.
Esta es una batalla entre dos puntos de vista filosóficos diametralmente opuestos: el tomista realista y el postmodernista deconstructivista. Nosotros creemos en la naturaleza humana y en la ley natural; pensamos que hombre y mujer son diferentes. El deconstructivismo postmoderno no cree en la verdad, para ellos la realidad es irrelevante. Estamos luchando en contra de un punto de vista peligroso porque a sus proponentes no les importa quienes puedan salir heridos o contagiados.
Los jueces que imponen la agenda gay sigue el razonamiento postmodernista y rechazan la realidad.
No hemos de tener miedo de confesar nuestras culpas pasadas. Tenemos que orar y compartir nuestra esperanza, incluso en medio de los debates y luchas políticas en que estamos inmersos.
El Tribunal de Estrasburgo, que es el tribunal de derechos humanos más importante del mundo –representa a 47 países de diversas culturas-, ha aprobado la sentencia de que no existe el derecho universal al matrimonio homosexual o gay. 47 jueces del Consejo de Europa, que integran el pleno del Tribunal, lo afirmaron así por unanimidad, el 9 de junio del 2016. Ese tribunal dice que no se discrimina si no se otorga ese derecho.
Sustentan su decisión en el art. 12 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Dicho artículo equivale a los artículos de los Tratados sobre derechos humanos firmados por México: n. 17 del Pacto de San José y n. 23 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Allí se establece que “hombre y mujer tienen derecho a casarse y a fundar una familia”.
Hay quienes abogan por quitar la ignorancia y la discriminación, y eso está muy bien, mientras no se entienda como rebelión en contra de la castidad y de las restricciones sexuales (aborto, incesto, promiscuidad, adulterio, etc.). Los promotores de la Revolución Sexual dicen que ellos son los abogados de la libertad individual. La liberación sexual es el siguiente paso inevitable; no se puede tener una liberación sexual sin aborto (que devasta a la mujer), sin la proliferación de enfermedades de transmisión sexual y enfermedades incurables, y sin culpa. Esos promotores saben que la gente morirá infectada pero no les importa.
Hay una conexión que no siempre hemos hecho entre la Revolución Sexual y la Cultura de la Muerte. La Revolución Marxista causó más de cien millones de muertos. El aborto incrementa el cáncer de mama; las feministas y abortistas tratan de ocultar esta información. Sin la Revolución Sexual el SIDA no se hubiera convertido en una epidemia. Fue la Revolución Sexual, sobre todo entre homosexuales, lo que disparó esa epidemia. Se estima que en un futuro próximo, uno de dos varones que haya tenido una relación homosexual, llegará a ser seropositivo por la infección VIH sida. Eso no interesa a la Revolución Sexual. El Dr. Walt Odets, psicólogo homosexual, dice que el estilo de vida gay bien vale morir por él.
Estamos a favor de la realidad, de la verdad y del amor, y en esto nos sostenemos con gran alegría porque es lo que favorece a la humanidad entera.
Deja un comentario