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Posts Tagged ‘hay una intención para destruir el plan de Dios’

matrimonio lentesTendría un triste concepto del matrimonio quien lo entendiera como un simple contrato y fuera dispuesto a no dar más de lo que recibe.

El Señor, atento siempre a las necesidades de los hombres, ve que no siempre conviene que el hombre esté solo, y le da una compañía a su medida. El matrimonio ha producido innumerables frutos y ha cooperado decisivamente en la configuración de una sociedad civil concorde con las exigencias más íntimas de la dignidad humana.

La tortura más grande del demonio es un matrimonio presente en la Santa Misa, un matrimonio unido. El matrimonio católico es un regalo de Dios. Necesita una espiritualidad que se ejercita en perdonar y en amar de verdad.

Todo hombre y toda mujer es libre para casarse o no casarse, porque Dios a nadie obliga a contraer matrimonio; pero esa libertad no puede extenderse ni afectar a la esencia de la institución matrimonial. Mientras que otros acuerdos humanos tienen su origen en la ley humana positiva, y se pueden modificar según el libre convenio de los hombres, con la alianza matrimonial no sucede así. Su particular objeto y sus fines, fijados por Dios, le imprimen un carácter especial. En el contrato matrimonial, la voluntad humana tiene su parte, porque el matrimonio no se realiza sin el libre consentimiento de uno y de otro esposo. Y una vez que el matrimonio se ha contraído, está el hombre sujeto a sus leyes divinas y a sus propiedades esenciales.

La alianza de los cónyuges se establece sobre su consentimiento personal e irrevocable. ¿Qué es el matrimonio? “La unión de uno con una para toda la vida”. O en palabras más elegantes: El matrimonio es el pacto de amor conyugal de un solo hombre con una sola mujer para toda la vida. Son características del matrimonio la unidad, la indisolubilidad y la ordenación del amor conyugal a los hijos.

La sexualidad mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo meramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana. La castidad en las personas casadas incluye como elemento esencial la apertura a la vida en los actos propios del matrimonio.

En el matrimonio siempre habrá momentos muy felices y siempre subsistirán pequeñas rencillas como las de la siguiente anécdota: Cristóbal y Mercedes formaban un matrimonio normal, pero últimamente estaban peleando mucho. En una de esas discusiones decidieron que no se hablarían más. Pero Cristóbal se acordó que tenía una importante partida de golf al día siguiente y que necesitaba que su esposa lo despertara a las 5 de la mañana, pues el despertador estaba roto. Como no quería doblegar su orgullo pidiéndole el favor de palabra, escribió en un papel:

-“Mercedes: Por favor levántame a las 5.00 a.m.”.

A la mañana siguiente Cristóbal se despertó a las 9:00 de la mañana dándose cuenta que la famosa partida de golf habría empezado sin él, y ya estaría muy avanzada. Se puso furioso, y cuando iba a reclamarle a Mercedes por no despertarlo, se encontró un papel pegado en la cama que decía:

-“Cariño: Ya son las 5:00 a.m. Levántate”.

El matrimonio es un camino de santidad por el que el Señor convoca a la gran mayoría de las personas. El estado matrimonial es una de esas situaciones en las que se concreta y toma forma la vocación universal a la santidad.

El cumplimiento fiel de los deberes conyugales exige un comportamiento heroico, hay que saber callar y hay que saber hablar oportunamente. Pero ésta es precisamente una de las características de la santidad que el Señor espera de todos los bautizados. Privar a la vocación matrimonial de esta nota sería rebajarla a categoría de vocación de segunda clase.

Vivir en unión libre es pecado mortal. La impureza cometida antes del matrimonio es una memoria de pecado que está abierta y supura. Muchos conflictos matrimoniales vienen de allí. Todo esto se sana. Hay que reparar y acudir al sacramento de la Penitencia.

Jesús es el esposo del alma. Dios nos da mucho y no nos reclama. Así hay que ser en el matrimonio y en la familia: dar y no reclamar.

El entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio dijo, respecto a la iniciativa de introducir el matrimonio entre personas del mismo sexo, en Argentina, en 2010: No seamos ingenuos, no se trata de una simple lucha política, hay una intención para destruir el plan de Dios: No es un mero proyecto político (es un mero instrumento), es un movimiento del padre de la mentira que desea confundir y engañar a los hijos de Dios.

 

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