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Las conversaciones entre padres e hijos han de empezar desde que son niños, a la hora de las comidas, de paseos, excursiones o en momentos informales. Los padres hemos de interesarnos por todos los hijos, pero cuando empiezan su etapa adolescente, es decir, en la pubertad –a los 12 años-, se hace necesario estar al pendiente de qué les enseñan en las escuelas y cómo lo van asimilando; pendientes de sus afectos, de sus dudas e incertidumbres.

¿Y de qué voy a hablar con él? Puedes empezar por el tema que sabes le gusta, tal vez el deporte o su comida favorita. Y más que hablar se trata de escucharle, de dejarle hablar sin interrupciones innecesarias, sin juzgar ni cuestionar; se trata de que converse en confianza con su progenitor. Tu hijo se tiene que sentir comprendido, no invadido.

Es importante hacer notar que, lo qué hay que saber es qué necesita, no tanto qué te gusta. Con frecuencia lo que necesitan es convivir con sus padres y hermanos. Necesitan tener confianza en sus progenitores y sentirse amados y respetados por ellos.

La amistad entre padres e hijos tiene un gran impacto en ambos, sobre todo, el hijo se siente importante, ¡y lo es!, se sabe atendido y protegido. Para el adolescente sus amigos son muy importantes, por eso hay que conocerlos y preguntar al hijo por ellos. Otra cuestión interesante sería preguntar qué norma piensan haría falta en casa. Fijar una pauta le hará sentirse incluido y respetado.

Todos tenemos más o menos algún miedo, podemos preguntarle qué le causa miedo, y luego escuchar. También hay que preguntar si hay alguna actitud de sus padres que le moleste. Ciertos comportamientos parentales suelen avergonzar a los hijos. Sin que suene a reclamo hay que preguntarle cuáles actitudes tuyas le molestan.

Hay padres que dicen: “Ya lo escucharé cuando venga algo importante”. Si no escuchas las mil minucias que quiere comunicar, no te contará la 1001 que era la más importante. No hay que pensar que el joven se abrirá desde el principio. Por eso es recomendable empezar a ganar su confianza con prestigio y cariño.

UN CASO. Un muchacho que tenía, aparentemente, unos padres que se llevaban bien, descubrió con asombro que se querían divorciar. Cuando eso sucedió, él reaccionó con rebeldía y perdiendo el interés en la escuela, por tanto, sus calificaciones eran bajas. Cuando creció empezó a trabajar en labores no muy recomendables, pero reaccionó y descubrió que el origen de sus males estaba en que, cuando sus padres se separaron, nadie le preguntó: ¿Cómo te sientes?

La labor educativa corresponde a los maestros, pero fundamentalmente, a los padres de familia, educar es un proyecto. Lo más importante es ESCUCHAR, con mucho, escuchar siempre, pero más cuando son adolescentes.

A veces hay que decir:

– Esto que te pasa no es el fin del mundo. Hay muchas cosas que no podemos cambiar. ¿Hay tormenta? Bajemos las velas del barco.

No los descalifiques. No hay que juzgar a las personas. Hay que saber que, mucho depende de lo que la persona ha profundizado en la fe.

A veces la adolescente se siente La Reina de los Mares, otras veces, se siente cucaracha o persona sin valor. Ni una cosa ni la otra. Hay que tener confianza en Dios, Él te ama.

Estoy a dieta

La docencia

Todo lo malo, todo lo que nos separa de Dios, todo lo que representa el más grande peligro para la perdición de nuestra alma, está dentro de nosotros. No dejemos a la astucia del diablo vendernos una vida libre de dolor, de pruebas y tribulación, porque el que busca tesoros en la tierra, los pierde en el cielo. ¿Amas a Dios? ¿Te amas a ti mismo? O simplemente no amas. Esa es la prueba. El arma más tenebrosa del diablo es el orgullo, fermentándolo y estimulándolo nos separa de Dios, porque el orgullo asesina el amor (Marino Restrepo).

Todo hombre es llamado a salir de Egipto, de la idolatría y la perdición; a escuchar la palabra de los profetas y emprender el camino del desierto que lleva a la tierra prometida, la nueva Jerusalén.

Madre Teresa de Calcuta decía: “Tu vocación consiste en pertenecer a Jesús”. Un afecto desordenado ocupa, distrae, se vuelve exclusivista. Sólo quien renuncia a sí mismo puede llevar a Dios a vivir en sí.

No pedimos a Dios que no tengamos tentaciones, sino que no nos deje caer en ellas. Las tentaciones son a la vez pruebas, ocasiones para afirmar el amor a Dios. “Bienaventurado el hombre que sufre tentación, porque, una vez probado, recibirá la corona de la vida que Dios prometió a los que le aman” (St 1,12).

Tenemos obligación, ante todo, de resistir la tentación. Si entonces fallamos y pecamos, tenemos la obligación de arrepentirnos inmediatamente. Si no nos arrepentimos, Dios deja que vayamos a lo nuestro: permite que experimentemos las consecuencias naturales de nuestros pecados, los placeres ilícitos. Si seguimos sin arrepentirnos –mediante la abnegación y los actos de penitencia- Dios permite que continuemos en pecado, formando así un hábito, un vicio, que oscurece nuestro entendimiento y debilita nuestra voluntad.

Una vez que estamos enganchados en el pecado, nuestros valores se vuelven al revés. El mal se convierte en nuestro “bien” más urgente, nuestro más profundo anhelo; el bien se presenta como un “mal” porque amenaza con apartarnos de satisfacer nuestros deseos ilícitos. Llegados a ese punto, el arrepentimiento llega a ser casi imposible, porque el arrepentimiento es, por definición, un apartarse del mal y volverse hacia el bien; pero, para entonces, el pecador ha redefinido a conciencia tanto el bien como el mal. Isaías dijo de tales pecadores: “¡Ay de aquellos que llaman mal al bien y bien al mal!” (Is 5, 20).

Una vez que hemos abrazado el pecado de esta manera y rechazado nuestra alianza con Dios, sólo puede salvarnos una calamidad. A veces lo más compasivo que puede hacer Dios con un borracho, por ejemplo, es permitir que destroce el coche o que le abandone su mujer…, lo que le forzará a aceptar la responsabilidad de sus actos.

“El género humano -.dijo el poeta T.S. Eliot- no puede soportar mucha realidad”. No necesitamos mirar lejos para probar este aserto. La gente huye hoy, uno por uno, de la vida real, retirándose cada quien a su distracción particular. Las vías de escape van desde las drogas y el alcohol hasta la novela rosa y los juegos de realidad virtual.

¿Qué pasa con la realidad para que el género humano la encuentre tan insoportable? Lo que pasa es que la enormidad del mal, su presunta omnipresencia y poderíos, y nuestra aparente incapacidad para escapar de él… nuestra incapacidad, incluso, para no cometerlo. Parece que el infierno está en todas partes amenazando con sofocarnos,

Ésta es la realidad que no podemos soportar. Pero es también la cruda y terrible realidad que dibujó San Juan en el Apocalipsis. Las bestias son el poder en la sombra que mueve naciones e imperios; se fortalecen con la inmoralidad de la gente a la que seducen; se emborrachan con el “vino” de la fornicación, la avaricia y el abuso de poder de sus víctimas.

Relata un padre de familia.

Mi hijo de 17 años me dijo:

– Desde hoy, fumo.

– Te felicito, has tomado una buena decisión.

No le corté las alas. Luego busqué un video de 5 minutos sobre el cáncer de pulmón, se lo envié con una nota: Papá te ama.

Unos días después me dijo mi hijo:

– He dejado de fumar.

– Te felicito.

Un padre de familia le dijo al Papa:

– Tengo un hijo con confusión sexual.

– Escúchale-, aconsejó.

Y añade Claudio Barbut: Antes vas al tabernáculo, oras, ayunas y le pides ayuda a Dios: “Te pido por mi hijo…”, y estás al menos una hora allí, frente al sagrario.

En Montreal, un papá le dijo al P. Claudio Barbut:

– Mi hijo ha tenido tres intentos de suicidio, no quiere estudiar ni trabajar.

Di a Dios: “Padre dame la gracia del ayuno, de ayunar 40 días a pan y agua como lo hizo Jesús”, Jesús ayuna en ti, por eso puedes llevarlo a cabo, y verás milagros, pero has de estar en estado de gracia.

El día 35 del ayuno del papá, el joven saca su PC de su habitación y dice que no quiere esa máquina.

El día 36 decide ir a anotarse en una universidad.

El día 38 le dice: Quiero agradecerte lo que hiciste por mí. Quiero rezar contigo.

Jesús sana, libera, resucita todo.

“Soy hijo de Dios, libérame, sáname Señor. La creación sufre. Los desafíos son enormes”. “No estamos en una agonía sino en un parto” (Papa Francisco).

Hay que salir de la esclavitud del pecado. Dios está haciendo una nueva creación. Ponte de rodillas, ayuna. Los verdaderos profetas son de esperanza.

Una directora de un colegio dijo a un grupo de padres en una reunión de inicio de curso:

– Esto no es un desfile de modas. Las niñas vienen vestidas como si fueran a la playa. Enseñan todo lo enseñable e incluso más. Esto es un colegio. Venir al colegio se ha convertido, entre un grupo de niñas, en una especie de competición para ver quién es más atrevida y quién luce los modelitos más a la última, y eso no puede ser. O se moderan o pondremos uniforme.

Si nos detenemos a pensar, no se trata de una cuestión tan inocente como parece a primera vista, pues tiene causas y consecuencias muchos más profundas. Hasta cierto punto es normal que un adolescente intente provocar para llamar la atención, imite a sus compañeros o a sus cantantes favoritos o dé mucha importancia a su estética. Es muy importante para él, ser aceptado en sus ambientes más próximos. En él se está operando un cambio físico con una rapidez que no siempre va a la par con su evolución psicológica. Empieza a tener ideas, gustos e intereses propios que no siempre coinciden con los de sus mayores. Es la hora de empezar a decidir por él mismo. A la vez ello le supone una perdida de seguridad y se cuestiona la autoridad paterna. Para llenar este vacío buscará nuevos referentes con los que identificarse y modelar su personalidad. Esta es una fase por la que todos hemos pasado y es necesario pasar.
El peligro está en los referentes con los que el joven se identifique, pues será donde extraiga los valores (o anti-valores) que regirán su vida adulta.

Unos padres que consigan inculcar valores a sus hijos como la generosidad, la valentía, el esfuerzo, o la perseverancia, sabrán realmente cómo van vestidos sus hijos fuera de casa, y no ansiaran la llegada del invierno.

La bendición de un padre o de una madre es unción; eso lo detesta el demonio.

Si un hijo quiere cambiar de sexo, dialoga con él, pero antes ayuna. Ayuno, oración y caridad, dice el P. Claudio Barbut.

Martha Morales

SI TE INTERESA, BUSCA EL TEMA EN YOUTUBE.

La humildad abre a la Divina Voluntad; la soberbia, la bloquea.

El Padre Claudio Barbut de Misión Ruah – sacerdote rumano-, explica que la gracia del ayuno sana todo.

BUSCALO EN YOUTUBE: De mi voluntad a la Divina Voluntad, habla Carlos Cancelado (Mexcaltitlán, Tepic)

Dios sanó mi enfermedad y mi cuerpo. Viví 40 días de ayuno y el Señor fue sanando mi cuerpo. En el segundo ayuno sané mi infancia, mi niñez. Somos sacerdotes desde la eternidad. Dice: “Cuando entro a celebrar la Misa, es Cristo en mí”. Sentí un amor increíble por la gente y por la Palabra.  Cristo detiene el ruido poco a poco.

Lo que le afecta a otra persona me afecta a mí.

El segundo ayuno me ayudó mucho. El tercero, doblegó mi voluntad. Entendí qué es hacer la Voluntad de Dios. Tuve miedo de perder mi sacerdocio. Abandonarnos en Dios en la oración, decirle: “Padre, hágase tu Voluntad. Hágase tu Voluntad en esta y esta otra persona”. Trabajar en este rendirse ante Dios. Declarar la guerra contra el mal. Es no desear nada para uno mismo. No desconfiar que lo que Dios decida por mí, es lo mejor.

Dios me ha mandado a esta tierra, en este tiempo para amar, para regresar al Amor eterno. Si el amor es amar, enséñame a vivir en este tiempo amando, amando al estilo en que Tú amas, perdonando en el estilo en que tu perdonas, ayudar en el estilo en que Tú ayudas; quiero llegar al amor eterno sintiendo que hice el bien.  Enséñame a caminar con Cristo, a donarme. Quiero rendirme a tu santísima. Voluntad. Te quiero en todo lo que pueden ver mis ojos, en todo lo que puedo tocar y palpar.

La parroquia ha revivido. Cuando cambia el pastor, cambia la parroquia.

El ayuno es un encuentro con Dios para nulificar mi voluntad, para vivir en la Voluntad de Dios. Ya no vivo por vivir, como dice la canción de Juan Gabriel, Él vive en mí. Lentamente, poco a poco me enseñaste a amar. Hay un motivo para vivir: Es Jesús en nosotros.

Estamos en ese camino a la salvación, y todos somos uno. Lo que puede vivir un sicario me afecta a mí porque somos hijos de Dios.

¡Pídele perdón!

De joven, Carlos Cancelado fue de voluntario a un hospital, cuando era seminarista. Curó llagas y atendió enfermos con infecciones. Un día vio una niña recién nacida a la que   se le caía la piel y se encontraba mucho muy mal de su salud. Preguntó la causa, y la madre contestó:

̶  Diez veces traté de abortarla.

 ̶  ¿Por qué?

 ̶  Porque soy madre soltera y mi mamá me dijo que lo hiciera.

Carlos le dijo:

 ̶  Pídele perdón a tu bebé, y dile a tu mamá que también se lo pida.

Así lo hicieron. Al poco tiempo a la niña se le dejó de caer la piel y superó sus males.

En un mensaje mariano la Virgen dice: “Muchos no saben pedir perdón. Eso coloca de nuevo a mi Hijo en la cruz”. No perdonar nos encierra en la falta de fe, y la falta de fe ahonda la imposibilidad de perdonar. Es un círculo que gira sin cesar a menos de que lo paremos. A menos que perdonemos.

El perdón es una expresión de amor. Perdonar es olvidar la falta que ha cometido otra persona contra ella y contra otros y no guardarle rencor ni castigarla por ella. También es liberar a una persona de un castigo o de una obligación.

El perdón nos libera de ataduras que amargan la vida y enferman el cuerpo. No significa que estemos de acuerdo con lo que pasó ni que le demos la razón a quien nos lastimó. Simplemente es pasar por alto los pensamientos negativos, aceptar lo que pasó y tatar de poner remedio.

Perdonar es lo más difícil del mundo, quizás es algo que nos sobrepasa, pero para eso está la ayuda de Dios. Pocas veces acudimos a Él para solicitar vehemente su socorro. La falta de perdón es el veneno más destructivo para la persona, ya que neutraliza los recursos emocionales y seca la afectividad.

“Si en verdad queremos amar, tenemos que aprender a perdonar”, decía Teresa de Calcuta. Aun ante la más grave ofensa, el perdón, la reconciliación son fundamento de la unidad familiar porque se da con los más próximos, con los que más amas: tus hijos, tu pareja, tus padres, tus hermanos… el perdón es una gran manifestación del amor. Jutta Burgraff dice: Perdonar es amar intensamente.

No se trata de buscar un culpable sino de encontrar una solución. San Juan Crisóstomo llega a decir que “nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos al perdón” (In Mat homiliae 19,7). En efecto, el perdón es la obra de caridad más sublime. No se vence el mal con la venganza, sino con el ejercicio de la caridad.
La solución comienza cuando reconocemos nuestra frustración, y empezamos a planearnos la posibilidad de perdonar. Mientras vivamos ligados al supuesto agresor, viviremos atrapados por el pasado. Perdonar es la manifestación más alta del amor y, en consecuencia, es lo que más transforma el corazón humano.

Perdonar es un don divino.

El perdón es una declaración que se puede renovar a diario para alcanzar la liberación. Todos tenemos errores por eso necesitamos perdonar y pedir perdón. Por algo Jesucristo le dio tanta importancia y nos pide que recemos: “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Recuerda algo: Cuando perdonas no cambias el pasado, cambias el futuro… La vida es breve.

Nos conviene ser personas muy fáciles, muy inclinadas al perdón, perdón rápido, universal. Lo que más nos asemeja a Dios es nuestra disposición a perdonar. En cambio, lo que más nos aleja de Él es el espíritu de venganza, la dureza de corazón, la inclemencia. San Juan Crisóstomo llega a decir que “nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos al perdón” (In Mat homiliae 19,7).

El perdón tiene cuatro características: Debe ser pronto, de todo, siempre, a todos.

De algún modo Dios nos obliga a perdonar al enseñarnos el Padrenuestro que dice: “Perdónanos como nosotros perdonamos”.

Familia, lugar de perdón. Copio la parte de una homilía que fue leída en un retiro. El Papa Francisco escribió sobre la familia: No hay familia perfecta. No tenemos padres perfectos, no somos perfectos, no nos casamos con una persona perfecta ni tenemos hijos perfectos. Tenemos quejas de los demás. Decepcionamos unos a otros. Por eso, no hay matrimonio sano ni familia sana sin el ejercicio del perdón. El perdón es vital para nuestra salud emocional y la supervivencia espiritual. Sin perdón la familia se convierte en una arena de conflictos y un reducto de penas.
Sin perdón la familia se enferma. El perdón es la asepsia del alma, la limpieza de la mente y la alegría del corazón. Quien no perdona no tiene paz en el alma ni comunión con Dios. La pena es un veneno que intoxica y mata. Guardar el dolor en el corazón es un gesto autodestructivo. Es autofagia. El que no perdona se enferma física, emocional y espiritualmente.
Y por eso la familia necesita ser lugar de vida y no de muerte; el territorio de cura y no de enfermedad; El escenario de perdón y no la culpa. El perdón trae alegría donde la pena produjo tristeza.


Pbro. Exorcista Javier Luzón

Origen de esta gran apostasía en la Iglesia.

La insensibilidad se ha introducido en algunos católicos, que no se acuerdan que no podemos ser tibios, como dice el Apocalipsis: sé frío o caliente, pero no tibio porque a los tibios los vomitará Dios. Se ha extendido el anti-Decálogo.

El 80% de los obispos alemanes ha dejado la comunión eclesial, porque han estudiado una teología en la que todo lo sobrenatural desaparece y lo espiritual se reduce a lo psicológico. Si Jesús no es Dios, es sólo Hombre, entonces no me conciernen sus ideas morales. ¡Pues no! Porque Cristo es Dios. La gente deja la Iglesia por falta de fidelidad a Jesucristo.

Algunas familias dicen que “el niño no duerme”. ¿Cómo va a dormir si está rodeado de mandalas, dragones, monstruos, talismanes y cosas diabólicas? Todas las cosas malas entran por abrirle las puertas con el contacto con el ocultismo, el rencor, el bulling. Además, hemos heredado cosas positivas de nuestros antepasados y cargas negativas. No darle protagonismo al enemigo, éste lo tiene Dios.

¿Cómo podemos cerrar esas puertas? Con la oración. La gente de Benín vendía cosas de brujería a los portugueses en el siglo XVII. Luego, en América Latina, se mezcla el cristianismo con las religiones aborígenes y surge la santería. Hay una imagen que pedí se rompiera y no pudieron destruirla, pedí entonces ponerle agua bendita exorcizada y ya pudieron destruirla. Hay imágenes del Sagrado Corazón que no son buenas. Hay que ponerles agua bendita exorcizada.

Hay parroquias en donde están haciendo yoga, reiking, min-fullnes (es el quinto grado del yoga) y demás. A lo mejor le quitan una cosa y le ponen cien. No se deben practicar porque le abren una puerta al demonio.

En 1989 Juan Pablo II saca un documento sobre la meditación trascendental. ¡Hay un desconocimiento monumental! ¡Hay gente que se va contaminando sin saberlo! Hay que saber estar donde está el enemigo. Una escritora inglesa practicó el mind-fullness y se le secó el corazón, se le bloqueó la cabeza y, finalmente, se quedó muda. Los anglicanos tienen exorcistas, uno de ellos le hizo el exorcismo y ya está muy bien.

Si la gente tiene una puerta abierta y le hacen brujería, le hacen daño porque no está protegida. Una señora pidió un “trabajo de muerte” a una bruja. Ésta contestó, después de varios días: “Señora, no puedo hacerle ese trabajo porque esa persona está protegida, si le hago ese trabajo, se me vuelve contra mí o contra usted, y nos mata a una de las dos.

¿Qué es estar protegido? Estar en estado de gracia y no tener ninguna puerta abierta al enemigo.

¿Cómo identificar cosas maléficas? Hay que estar atentos y no ser crédulos. Cuidar lo que se mete a la casa. Empiezan a haber discordias. El demonio se entromete para separar y dividir, acusando. Acusar a Dios. Cuando hay división, allí se ha metido el demonio. Si estás conviviendo con una mujer que no es tu esposa, no se puede hacer nada sin conversión. Sin conversión no hay liberación.

En Mater Fátima te pueden orientar. Es muy oportuno usar la cruz de San Benito. Entronizar al Sagrado Corazón, el rezo del Santo Rosario en familia es poderosísimo. Pedir oración de liberación a un sacerdote ordenado, es una oración privada; o bien, pedir un exorcismo a un sacerdote exorcista. Ningún laico puede hacer oraciones imperativas, pero sí rezar oraciones de liberación (no imperativas). Confesarse y deshacerse de las cosas supersticiosas. Rezar unas oraciones de sanación intergeneracional.

La Virgen es la Estrella de la Nueva Evangelización. FUENTE: Facebook.com Mater Fátima Encuentro virtual SJMF. 55 min.

El Señor le reveló a Santa Gertrudis la Mayor: “Vuestra oración es sumamente potente y efectiva durante la consagración en la Santa Misa (es decir, en la elevación) … Cada vez que alzas la vista para contemplar el Santísimo Sacramento, tu lugar en el cielo se eleva un tanto más”.

El misterio eucarístico es el centro culminante del cristianismo; por él nuestro Señor permanece con una presencia nueva y singular en el seno de su Iglesia, como Víctima perenne en favor nuestro ante el Padre. Por él somos robustecidos en nuestra peregrinación hasta el Monte de Dios. Y deberíamos buscar, en el silencio, su adoración constante.

Rodolfo I de Habsburgo (1218-1291) en 1273 fue elegido emperador de Alemania y así fundó la casa de Austria. Suya es la siguiente anécdota de cuando era conde: Yendo de camino encontró a un sacerdote, que a pie llevaba el viático a un enfermo. Se tiró del caballo en que montaba, hizo subir en él al sacerdote, y él mismo fue teniendo las bridas hasta llegar a la casa del enfermo, luego dio las gracias y regaló el caballo al sacerdote pues él no se creía digno de montarlo después de haber sido portador de su Dios. Dios lo premió largamente haciéndole saber por un siervo suyo que sería elegido emperador. Su amor al Santísimo se perpetuó en la casa de Austria, heredándolo de su ilustre fundador.

Dios siempre se adelanta, parece como si jugara a sorprendernos. Siempre da un paso más allá de lo que podríamos esperar. Conoce el barro de que estamos hechos y viene a nuestro encuentro. Da de lo suyo, el Pan de la Vida, Él mismo. Jesús promete la vida nueva. La Eucaristía nos habilita para amar con el mismo amor de Dios.

Sucedió hace años, Eduardo Manning, anglicano rico, insatisfecho. Vaga por las calles de Roma. Entra casualmente a la iglesia de San Luis de Francia donde está el Santísimo expuesto. El no cree. Ve a unas cuantas gentes.  Escucha unas palabras: “Este es mi Hijo muy amado”. Cae de rodillas. Más tarde, llega a ser el cardenal Manning.

Jesucristo encarga a los Apóstoles que perpetúen lo que Él ha realizado. Los Apóstoles y sus sucesores son sacerdotes de la Nueva Alianza para hacer presente el sacrificio del Calvario en la celebración de la Santa Misa.

El doctor en teología, Don José Antonio Fuentes, profesor de Navarra, vino a dar un curso a México sobre la Eucaristía, y dijo que todo se resumía en una frase: “El Verbo se hizo carne y habita entre nosotros”.

Una bonita jaculatoria podría ser ésta: “Quédate con nosotros, que anochece”. Los amigos íntimos de Jesús desearían que la presencia suya eucarística permaneciera siempre. Al comulgar podríamos decirle: “Señor, me gustaría tanto que estas santas especies permanecieran en mí hasta mañana, cuando te vuelva a recibir”. Oiremos sin ruido de palabras su contestación: “Haz como si me quedara”.

La segunda Persona de la Santísima Trinidad se ha hecho uno de nosotros para revelarnos la concreta cercanía de Dios. El Verbo asume en su Persona, que es divina, el drama del hombre: el dolor y la alegría, el sufrimiento y la dicha, la amistad y el abandono, el trabajo y el descanso, la fuerza y la tentación. Dios se solidariza con cada uno de nosotros. Se tiene que ir, pero se queda Él mismo. Se queda como Pan eucarístico para que nosotros podamos ser endiosados.

La Eucaristía fue el sueño dorado del Señor. Para profundizar en ello, hemos de pedirle a Dios conocer los sentimientos del Corazón de Cristo. Jesucristo promete la Eucaristía (cfr. cap. 6 de San Juan): Yo soy el Pan de vida. Tiene un realismo tan fuerte que muchos discípulos lo dejan. Ser almas de eucaristía es saber contemplar la Eucaristía para llegar a ser uno con Jesús eucarístico. Si el centro de nuestros pensamientos está en el Sagrario, ¡qué abundantes frutos nos dará el Señor!